domingo, 2 de diciembre de 2012

No me lastimes con tus crímenes perfectos.




Cuando entras en un bucle, en una espiral, de donde sabes que nadie te va a sacar y aprendes a convivir con ello, a veces te planteas: Qué coño es lo que pasa conmigo?
Te planteas si el problema es tu falta de autoestima, si en realidad eres una egoísta, o si simplemente es que te dejas llevar demasiado. Sí, si hay algo que me ha caracterizado en estos 20 años es que, dejarse llevar suena demasiado bien. Siempre me ha gustado dejarme querer.
A veces mi cabeza me acojona hasta a mí misma. Tengo tantas cosas que me gustaría no tenerme que callar...
Una vez más, te preguntas si merece la pena, si dejar que tu felicidad dependa de terceras personas no es un regalo demasiado grande para ciertos individuos.
Irremediablemente un solo gesto, mirada, sonrisa, una simple conversación, tiene la capacidad de cambiar el curso de las cosas. Unos minutos dedicados y toda tu energía cambia. La necesidad de tener a esa persona cerca, presente en tu día a día. Volver a ese intercambio de risas, a esa complicidad, a esa relación que ha existido desde no sabes cuándo. Destripar las vida juntos. Una sensación de vacío y felicidad al mismo tiempo.


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